Copacabana, la playa boliviana sin bikinis

Mundo insólito

A pesar de su aspecto, las frías aguas del lago Titicaca, situado a 3.800 metros sobre el nivel del mar, no invitan al baño

Copacabana, la playa boliviana sin bikinis
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En el extremo oriental de una luminosa ciudad encerrada entre dos montículos rocosos, Copacabana es una de las playas del lago Titicaca. Está situada a 3.800 metros sobre el nivel del mar, por lo que a los occidentales que bajan del autobús se les ve caminando con cierta precaución, como si dar un paso más largo de lo normal fuera a vaciarles los pulmones. El lugar es soleado, así que durante el día las temperaturas son agradables o cálidas. Sin embargo, tras producirse la puesta, las temperaturas descienden en picado y entonces se nota el efecto de la extrema altitud.

Aun cuando la playa de guijarros y el azul del Titicaca podrían invitar a ello, es raro que alguien se lance al agua, pues está tan fría como se espera de una lámina de agua situada en los altos andinos. El paseo a lo largo de la vía costanera, sin embargo, sí que es una actividad plausible. Desde ella se ve navegar a los indígenas que todavía utilizan barcas construidas con totora, un junco que, convenientemente atado en haces, se convierte en la embarcación ecológica y tradicional de esta zona andina. Y se comprende el significado de la palabra copacabana en lengua quechua: “mirador del azul”.

Montañita del Calvario

Se obtiene una panorámica mágica del lago, la ciudad y el vecino enclave de Horca del Inca

Copacabana es un lugar tranquilo. La cuadrícula urbana, de callecitas en cuesta, alberga a algo más de tres mil almas, que crece un poco con los viajeros que se acercan a tener la experiencia de navegar el lago Titicaca y caminar por la isla del Sol. Pero antes es preceptivo subir hasta la montañita del Calvario, un tortuoso aunque corto sendero que conduce al balcón más privilegiado de Copacabana. Se obtiene una panorámica mágica del lago, la ciudad y el vecino enclave de Horca del Inca, un lugar preincaico que había servido de observatorio astronómico.

Una mujer frente a la basílica Nuestra Señora de Copacabana, en Bolivia

Una mujer frente a la basílica Nuestra Señora de Copacabana, en Bolivia

Lorena Samponi

Además de la catedral, vestida de blanco cal que envuelve la principal plaza de la ciudad, el visitante puede emplear un rato en visitar el interesante museo del poncho, donde se aprende sobre los orígenes de esta prenda y la riqueza de sus diseños, además de la calidad de las lanas, en la que están implicadas los animales más vistosos de los Andes, como la llama, la alpaca o incluso el guanaco.

En general, sin embargo, los foráneos llegan a Copacabana atraídos por la navegación del lago Titicaca –que puede hacerse a bordo de motoras modernas o incluso de los transbordadores regulares que sirven de autobús acuático, pero también de grandes barcos de totora pensados para turistas– y poner el pie en la isla del Sol. 

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Por lo general, los ferris dejan en el extremo norte de la isla y el viajero dispone de buena parte de la jornada para atravesarla de cabo a rabo, deteniéndose en un altar donde un chamán –que algunos sospechan podría ser de pega– realiza unas invocaciones al Sol y a la Luna. Hay que recordar que también nuestro satélite da su nombre a la isla más cercana y algo menor.

La caminata se puede cubrir en unas seis horas, deteniéndose convenientemente en los diferentes salientes rocosos y ruinas como la Escalera del Inca, el laberinto Chincana, el templo Pilcocaina o las llamadas Pisadas del Sol, además de para observar las plantas y algunas aves. Pero hay que estar puntual en el embarcadero sur para la salida del último barco del día, o tocará quedarse a pasar noche en los básicos alojamientos de la isla del Sol.

El laberinto Chincana en la isla del Sol

El laberinto Chincana se encuentra en la isla del Sol

Martin Schneiter

Aunque hay personas que se ofrecen como guías para la excursión, no son imprescindibles, pues el sendero principal es muy evidente, está señalizado y solo hay que recorrerlo en sentido norte-sur. Hay que llevarse la comida y la bebida, pues no hay equipamientos fuera de los recoletos puertos lacustres.

Lo que sí es preceptivo es ir pagando los diferentes peajes que encontraremos a lo largo de la excursión. Los indígenas nos informarán de que son para cubrir los gastos de mantenimiento del sendero y los yacimientos y para ayudar a la economía de las maltrechas economías locales. Son aportaciones muy asequibles.

Excursiones 

Las islas flotantes de junco totora son una experiencia interesante para ver a sus habitantes pescando de manera tradicional

Los turistas –pocos– que deciden quedarse más de un par de días en Copacabana tienen otras excursiones disponibles en la parte boliviana del Titicaca, como la gruta Lourdes o las islas flotantes construidas con junco totora que albergan incluso restaurantes. Son una experiencia interesante y se puede ver a sus habitantes pescando de manera tradicional.

Un grupo de mujeres, junto a una embarcación típica construida con totora

Un grupo de mujeres, junto a una embarcación típica construida con totora

Getty Images
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