La data sugiere que 2 de cada 3 trabajadores no se sienten validados por sus jefes. Es más, la falta de reconocimiento es la razón principal por la que los talentos renuncian – aunque digan luego que se van por más dinero o mejores oportunidades. Y es que la falta de reconocimiento es dolorosa, es percibida como injusta y genera mala actitud: el más profundo deseo humano es el de ser considerado importante para otros, ser aceptado y aprobado.
Recibir reconocimiento ayuda mucho a los miembros de nuestro equipo a sentir que la organización los valora a ellos, a sus contribuciones y su trabajo. Una encuesta de Gallup explica que cuando el reconocimiento es dado de una manera significativa para la persona, los colaboradores se sienten hasta cinco veces más conectados con la cultura de la organización y están hasta cuatro veces más comprometidos con su lugar de trabajo.
Nada estimula más que el reconocimiento bien dado. Es más, nos llena el alma, mejora nuestra visión sobre nosotros mismos, contribuye a desarrollar y liberar nuestro potencial, nos anima a ser mejores y a esforzarnos más. Nos impulsa hacia nuevas metas que luego nos descubrimos capaces de alcanzar.
Todos hemos visto florecer a varias personas gracias al reconocimiento honesto, sincero y oportuno. Tanto así que muchas veces me pregunto, ¿por qué no se lo damos más frecuentemente a quienes sabemos se esfuerzan y trabajan con dedicación? Haría una gran diferencia para ellos.
Comparto mi articulo publicado en el diario El Comercio el 23.03.2024