Punata, 6 mil reses a la venta cada martes
Katiuska Vásquez
Punata, la tierra del ganado, por décadas ha sido la sede de una de las ferias ganaderas más grandes de Bolivia. Hoy en día conserva esa posición por registrar ventas altas de alrededor de 6 mil reses, cada martes, entre criollas, cebúes, bueyes y lecheras.
Cada martes antes de que amanezca llegan ganaderos de todas partes del oriente y los valles con cabezas de ganado para los mercados del occidente. Hay reses para mataderos, crianza y lechería, traídas desde Beni, Santa Cruz, Chaco (Tarija), Macharetí (Sucre), San Pedro (Potosí), del cono sur de Cochabamba, Punata, Cliza y otras regiones orientales, como Comarapa y Mairana, según cuenta el veterinario del Programa Nacional de Erradicación de la Fiebre Aftosa del Servicio Nacional de Agricultura y Ganadería (Senasag), Aurelio Báez.
El comercio ganadero mueve aproximadamente 2 millones de bolivianos, por feria. El negocio ha sobrevivido por décadas no sólo por la tradición de los propietarios, sino también por la existencia de una cadena de revendedores, que compran ganado de los dueños y lo ofertan a los matarifes o granjeros a mayor precio.
Los revendedores, más conocidos como “rankheros” son los primeros en comprar el ganado en la madrugada y en mantener vigente la feria en el día a la espera de compradores, que vienen de provincias, la ciudad de Cochabamba y hasta de Sucre, atraídos por la tradición, la variedad de ganado y los precios.
En la “playa” de vacas, se pueden encontrar terneros desde 250 bolivianos y reses para carnear entre 3.500 y 6 mil bolivianos. El ganado criollo es el más apreciado por su peso y calidad de carne, pero también hay demanda por el ganado beniano, que viaja hasta cuatro días desde las haciendas orientales para estar en la feria. Una res para carnear cuesta entre 3.500 y 5.500 bolivianos. Su costo se incrementa en La Paz, el principal mercado del ganado del oriente.
Antes de continuar su viaje al occidente las vacas pasan por un control sanitario y la supervisión del Programa Nacional de Erradicación de la Fiebre Aftosa (Promefa), que fumiga los camiones para prevenir que el ganado no enferme en el camino. También controla que las reses no viajen hacinadas, tengan ventilación y tengan el registro. Los motorizados de más tonelaje llevan entre 20 y 22 cabezas.
Pese a la gran tradición de la feria, la “playa” de ganado y los ingresos que genera para el municipio están igual que cuando comenzó. El lugar es polvoriento y precario. No hay bebederos, rampas, establos, baños, basureros y menos una clasificación.
La feria punateña también presume de ser la más completa. En la “playa” hay burros desde 200 bolivianos, cerdos desde 700, ovejas desde 300, y las mulas, aunque son las menos cotizadas.
Cercado, una feria céntrica
La tradición ganadera se extiende a la ciudad. En la feria del Cercado se venden unas 500 cabezas de ganado para matadero y crianza, los sábados. Los vendedores se instalan al final de la avenida Panamericana en medio de urbanizaciones, estaciones de servicio y cerca de la sub alcaldía de Itocta.
La feria también convoca a decenas de comerciantes de forraje y víveres, que se parquean en camiones tipo Volvo en el carril de bajada de la Panamericana. El comercio de ganado vacuno y porcino se realiza en ese lugar hace más de 30 años, sin embargo, la “playa” que está en las orillas del río de La Tamborada no reúne condiciones y carece del control sanitario.
Los ganaderos reclaman la construcción de bebederos y de sombra para el ganado. Pero, como hace unos cuatro años dejaron de pagar el tributo a la Alcaldía deben continuar vendiendo a sus animales precariamente.